El 9 de mayo de 1816 el inventor francés Joseph Nicéphore Niepce obtuvo la primera imagen negativa al utilizar papel tratado con cloruro de plata y pese a que intentó obtener directamente imágenes positivas no consiguió fijar la imagen.
Las primeras imágenes positivas directas las consiguió al utilizar placas de peltre (aleación de zinc, estaño y plomo) recubiertas de betún de Judea y fijadas con aceite de lavanda.
En 1826, en una toma que duró ocho horas de exposición y por medio de una cámara oscura, logró la impresión de una vista del patio de su casa, que se considera la primera fotografía permanente de la historia. A este procedimiento le llamó heliografía.