El 22 de noviembre de 1994 falleció en Cambridge, Inglaterra, el astrofísico británico y difusor de la ciencia, Arthur Stanley Eddington. Gracias a su intervención, Gran Bretaña y el mundo volcaron sus ojos a quien desafió las más profundas posturas de Isaac Newton, se trataba de Albert Einstein, el brillante científico alemán y su controvertida Teoría de la Relatividad.
Tras los rezagos de la Primera Guerra Mundial y el nacionalismo de la época, la ciencia no era bienvenida en Inglaterra; sin embargo, Eddington creía que la ciencia debería traspasar fronteras, por lo que impulsó y difundió en la comunidad de habla inglesa las teorías de Einstein.
En 1919 dirigió una expedición a la Isla Príncipe, en Guinea, para medir el desvío de la luz de las estrellas cercanas al Sol, durante un eclipse total del Sol, a fin de confirmar la Teoría de Einstein. Los resultados, presentados ante una reunión conjunta de la Royal Society y la Royal Astronomical Society, dieron la razón al científico alemán.
Sin su intervención, la relatividad no habría sido probada, ni Einstein se hubiese convertido en ícono de la genialidad. Su colaboración permitió el nacimiento de la física moderna.