El 5 de septiembre fue la fecha instituida en el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, en 1983, en Tiahuanaco, Bolivia, para conmemorar el Día Internacional de las Mujeres Indígenas. La fecha se eligió en honor a la lucha de Bartolina Sisa, guerrera aymara, quien se opuso a la dominación colonial y fue asesinada en La Paz, Bolivia, en 1782.
El objetivo de esta celebración es rendir tributo a todas las mujeres pertenecientes a los pueblos indígenas del mundo, y lograr visibilizar sus gestas heroicas.
Las mujeres indígenas han sido parte muy importante en las luchas de sus pueblos, también son garantes de la cultura y juegan un papel fundamental en sus familias y sus comunidades, tanto en el ámbito nacional como internacional. Pero se enfrentan a numerosos obstáculos a lo largo de su vida ―por ejemplo, reducidas oportunidades para acceder al mercado laboral, dificultad para tener acceso a los servicios de salud y educación, tasas elevadas de analfabetismo, poca participación en el proceso político, falta de acceso a alimentación y agua, así como violencia doméstica.
La supresión política, social y económica de las mujeres indígenas contribuye a una situación constante de discriminación, que las vuelve particularmente susceptibles a diversos actos de violencia.
Las mujeres indígenas han estado siempre presentes en el desarrollo y lucha de sus pueblos y comunidades. Lo han hecho encabezando movimientos sociales, cuidando el medio ambiente, como defensoras de los derechos humanos e impulsando la producción y comercio, tanto de alimentos como de artesanías. Además, se han convertido en el centro para la preservación de sus lenguas y saberes ancestrales sobre la vida.
Sin embargo, están expuestas a diversos tipos de discriminación, lo cual las expone a situaciones de mayor vulnerabilidad, en comparación con los hombres indígenas y mujeres no indígenas, lo que afecta su bienestar (Inmujeres, 2021). En México, una de cada 10 mujeres que reside en el país es indígena, es decir que en el país habitan un poco más de seis millones de mujeres indígenas. De las cuales el 56 % se encuentra unida o casada, en el caso de las mujeres no indígenas el porcentaje es menor (51.6 %).
A nivel nacional, varios indicadores muestran la situación de desigualdad que viven las mujeres indígenas, en comparación con las mujeres no indígenas. Por ejemplo, del total de mujeres indígenas, el 25.7 % son jefas del hogar, porcentaje menor en comparación con las que no son indígenas (32.5 %); además, 49.4 % de las indígenas jefas de hogar tienen ingresos económicos menores o iguales al salario mínimo, esta misma percepción monetaria la tiene el 27.9 % de las mujeres no indígenas. En cuanto al número promedio de hijas e hijos, las mujeres indígenas tienen 2.6 y las no indígenas 2 hijas(os).

Además, el 20 % de las mujeres indígenas es analfabeta, 16 puntos porcentuales más que las mujeres no indígenas en esa condición (4 %). En México la participación económica de las mujeres en general es de las más bajas de la región, situación que se agrava entre las mujeres indígenas, en las que apenas alcanza el 29.8 %.
